Rómulo en Berna: una sentencia irrefutable de Morales Bello

Cuando Rómulo Betancourt termina su mandato constitucional en 1964 abandona el país no sin antes emitir algunos pronunciamientos.

Sobre este particular, el doctor Carlos Canache Mata escribe en un artículo para El Cooperante:

«El día 9 de abril de 1964, a través de la televisión y de radiodifusoras comerciales, se despidió del país, apenas unas pocas horas antes de partir. Entonces manifestó:

‘Quiero decir que me siento profundamente orgulloso del pueblo venezolano y que declino en él todos los honores que pudieran discernírseme. Y esto lo digo sin afán demagógico, sino sinceramente: no se hubiera podido lograr la hazaña de estabilizar una democracia tan acechada si no hubiera habido el concurso para defender las instituciones que el mismo pueblo se dio…Hay una frase ajena que repito porque la conceptúo muy exacta: ‘el precio de la libertad es una eterna vigilancia’. Esto es más cierto en un país como el nuestro, dotado por la naturaleza de extraordinarias riquezas naturales; un país de tal calidad está expuesto a la ambición de los aventureros, que conceptúan el poder como botín…En el exterior no me dedicaré a una vida cómoda y tranquila, no ha llegado para mí el momento de empantuflarme, tengo cincuenta y seis años, que los llevo bien desde el punto de vista físico, y una mente alerta y madurada. Escribiré libros, acopiaré experiencias en otros países, y eso lo transmitiré a mi pueblo y a los otros pueblos de América a través de la palabra escrita o del videotape, enviado desde los distintos lugares en donde pose mi planta peregrina’

«La primera escala de su viaje fue Estados Unidos. En Nueva York fue agasajado por la Asociación Americana para la Democracia y la Libertad, ocasión en la que hablaron el senador Edward Kennedy, Norman Thomas, Adolfo Berle y Arthur Schlesinger, quienes se refirieron a la carrera política y al último gobierno que presidió Betancourt. Estando allí, estalló la insurrección del coronel Caamaño y la crisis política en la República Dominicana. Sanín (Alfredo Tarre Murzi), hace al respecto el comentario que pone en boca de Betancourt:

‘Cuando estalló la crisis política en la República Dominicana por la insurrección del coronel Francisco Caamaño, el presidente Lyndon Johnson y el vicepresidente Hubert Humphrey me invitaron a Washington para conversar sobre las incidencias de ese conflicto en el Caribe. Me opuse radicalmente al envío de marines a la isla y aconsejé utilizar medios políticos y diplomáticos para tratar de resolver la crisis. Pero el trauma de la situación cubana llevó al gobierno de EE. UU. a una penosa y desagradable intervención en Santo Domingo, que no era la primera incursión en la isla de Hostos’.

En California, embarcó para seguir su viaje a Asia, Africa y Europa, y  terminar domiciliándose, como se señaló líneas arriba, primero, por pocos meses en Nápoles, y luego, en Berna. Vivía con los emolumentos que recibía como  expresidente y sus honorarios de periodista y escritor».

A propósito de ese exilio, se imprime la obra Rómulo en Berna, cuya carátula acompaña este artículo. En la obra citada, en la página 231, hay una breve pero contundente opinión de Morales Bello sobre Betancourt:

«La figura de Rómulo Betancourt, su influencia en la creación de la Venezuela de hoy, marcha por nuevos rumbos hacia el futuro a que tiene pleno derecho, no necesita comentarios», sentenció el senador adeco, de manera irrefutable.