David Morales Bello murió creyendo en su verdad

Tras la muerte de David Morales Bello en 2004, el periodista Hernán Lugo Galicia escribió sobre el legislador adeco varias cosas que no podemos omitir en este texto, pues estos asuntos son inherentes a la realidad de Morales Bello como hombre y como político.

Hernán Lugo destaca un aspecto crucial: la disciplina de Morales Bello a las líneas de AD, sin dejar de manifestar desacuerdos con alguna decisión tomada que no era de su agrado.Y es que Morales Bello, lo hemos dicho en notas anteriores, era disciplinado pero con criterio propio.

Dice Hernán Lugo:

«David Morales Bello murió creyendo en su verdad. Su voz siempre fue firme para oponerse a lo que consideraba inconveniente para el país y AD, su razón de ser. A lo largo de su vida ganó enemigos y dejó un legado que el tiempo reconocerá. No pudo cristalizar su sueño de ser presidente, fue dos veces precandidato. Las derrotas no lo inmutaron y siguió adelante hasta convertirse en lo que quiso ser: un político con intelecto, con ganas de superación y persistentes, como lo demuestran sus batallas en Acción Democrática para ganar la candidatura y su verbo encendido».

Finaliza Lugo más adelante:

«Su última experiencia legislativa fue en el extinto Congreso de la República junto a Caldera y Lusinchi. Toda su vida se la dedicó al partido blanco».

Y añadimos nosotros: en esa última experiencia legislativa, su último discurso, fue para defender los derechos de las mujeres.

Ganando o perdiendo, Morales Bello siempre era un triunfador, y tal como lo señala Lugo, murió creyendo en su verdad, pues jamás traicionó al partido ni a sí mismo.