Round parlamentario entre Morales Bello y Américo Martín (La réplica -III-)

Tras la extraordinaria defensa de David Morales Bello a la propuesta de la fracción adeca sobre el caso de la mayoría de edad, la cual incluyó una disertación breve sobre el «atraso» que sufría Venezuela en materia legislativa, tocó, ahora sí, la réplica de Américo Martín:

«Quisiera decirles a los diputados que han intervenido para referirse a mi intervención anterior, que yo lo que quería era adelantarme a una posible discusión conceptual sobre el problema de la mayoridad, que retrasara u oscureciera un poco la norma que trae la reforma del artículo 14. Estoy de acuerdo con que la mayoridad se establezca a los 18 años. Lo que me temo es que muchos no estén de acuerdo e incluso se invoque esa base constitucional que para ser elegido miembro de la Cámara de Diputados se requiere la edad de 21 años, es decir, tratando de adelantarme a discusión conceptual que no tendría razón de ser, porque lo que se está estableciendo en este caso es, sencillamente un límite de edad para casarse».

Y luego añadió:

«Mi idea era adelantarme a una posible discusión lateral, sino a una discusión innecesaria desde el punto de vista conceptual. El problema de la mayoridad no tiene relación exclusivamente con la cuestión matrimonial. Si queremos salir rápido de esta reforma, bastaba con establecer como límite 18 años para contraer matrimonio sin problemas  y para ser testigo, de esos tres testigos de los que se habla en este artículo. Pero si ninguna fracción tiene problemas en establecer ese límite de mayoridad en 18 años, nosotros, encantados de la vida, votamos porque tenga alcance esa reforma que se propone».

Encantados de la vida pues, toda la Cámara, votó por la propuesta de Acción Democrática que defendió David Morales Bello a fuerza de tecnicismos. 

Round parlamentario entre Morales Bello y Américo Martín (El atraso -II-)

Para quienes no han leído la primera entrega de esta serie del round parlamentario entre Américo Martín y David Morales Bello, les recordamos que el primero había hecho un planteamiento sobre el tema de la mayoridad. Martín creía que el debate no debía centrarse en un asunto jurídico, mientras DMB opinaba exactamente lo opuesto.

En esta segunda entrega, DMB termina de desmontar el discurso de Martín con el siguiente planteamiento:

«La verdad es que nosotros, los venezolanos, lucimos atrasados en algunos aspectos de nuestra legislación, porque el avance de las legislaciones a nivel mundial han venido aceptando que el ser humano a los 18 años alcanza la suficiente capacidad como para comportarse en pleno uso de su libre albedrío, sabe distinguir perfectamente bien entre el bien y el mal. Y por lo mismo, en Venezuela se ha aceptado y se acepta que a los 18 años las personas puedan diligenciar sus negocios, puedan participar nada menos que en el ejercicio de los derechos políticos,y además, están en el deber de cumplir el servicio militar obligatorio (…) razones por las cuales la fracciòn de AD se pronuncia a favor de esta proposiciòn y considera que es algo que viene a nivelar ciertas situaciones en las que el sistema jurìdico venezolano lucen descompensadas en relación con los avances que ha tenido la ciencia jurídica».

De esa manera terminó la defensa de DMB a la propuesta de AD. En la tercera y última entrega, leeremos la réplica de Américo Martín, no solo a DMB, sino a varios diputados más.

Round parlamentario de altura entre Morales Bello y Américo Martín (-I-)

No es fácil ser parlamentario representando al partido de gobierno o de la oposición. De todas maneras, de una forma u otra, a David Morales Bello siempre le tocaba lo más difícil. 

Y es que en el antiguo Congreso los debates eran verdaderos debates. Debates de ideas. Debates en los que por una coma en el texto de un proyecto de ley, podría generarse un debate de horas.

En el año de 1981, por ejemplo, siendo DMB diputado, sostuvo un intercambio con Américo Martín por un tecnicismo sobre la mayoría de edad en el país.

Dijo el diputado adeco:

«Contrariamente a lo que acaba de expresar el apreciado colega Américo Martín, esta discusión sí debe centrarse en el concepto jurídico de mayoridad. No se ha propuesto que establezcamos como edad límite para contraer matrimonio 18 años, sino que en concreto la proposición es que establezcamos como mayoridad de los venezolanos la edad de 18 años».

Para Morales Bello -dirigiéndose a Américo Martín- «esto es importante tenerlo en cuenta porque el planteamiento del diputado Américo Martín referido a la elección de un miembro de la Cámara de Diputados, es una previsión de rango constitucional que no va referida a la condición de mayoridad, sino a una exigencia precisa así como se exige la edad de 30 años para ser senador. Nada tiene que ver entonces el concepto de mayoridad civil con la exigencia de la edad de 21 años para ser miembro de la Cámara de Diputados».

Era apenas la mitad de su intervención. En ella, desmentía de manera muy decorosa el discurso de Américo Martín. 

En la segunda entrega de este «round», veremos una reflexión de DMB que no puede pasar desapercibida.

David Morales Bello y Patricio Aylwin: el intercambio entre dos titanes de la política

Tras la salida del dictador Augusto Pinochet de la Presidencia de Chile, en el año de 1990 fue electo por votación popular y universal Patricio Aylwin, a quien le correspondió la nada fácil tarea de la transición definitiva de su país hacia un sistema democrático.

Venezuela era en ese entonces una democracia modelo de América Latina. Gobernaba el presidente Carlos Andrés Pérez, mientras que el Congreso, lo presidía el doctor David Morales Bello.

Aylwin visitó Venezuela no solamente para reunirse con Pérez y fortalecer alianzas. Su visita fue mucho más allá y fue recibido con honores en el Congreso. 

Tanto Morales Bello como Patricio Aylwin intercambian discursos desde el presidium del hemiciclo del Senado de la República. Momento histórico que ha quedado reflejado en cuatro icónicas fotografías: en la primera, DMB y Aylwin estrechan sus manos para la posteridad; en la segunda, el presidente chileno escucha con atención el discurso de DMB; en la tercera, interviene Aylwin desde la tribuna de oradores; y en la cuarta, con pose distendida, se les observa conversando en una de las oficinas del Palacio Federal Legislativo.

Las imágenes, que anexamos ya al final de esta nota, hablan por sí solas:

Morales Bello y las candidaturas presidenciales en Acción Democrática

A David Morales Bello nunca le llegó la oportunidad de ser candidato presidencial de su Partido. Pero esto no le impidió hacer una férrea campaña en defensa de todos los candidatos de la tolda blanca. Hubiera sido imposible, a la fecha de hoy, decir qué hubiera ocurrido si DMB consumaba su nominación interna.  

Pero ahí estuvo el legislador adeco. Casa por casa. Municipio a municipio. Entregando lo mejor para procurar la victoria de Luis Piñerúa Ordaz y luego, por segunda ocasión, llevó a CAP a la Presidencia siendo un magnífico jefe de campaña.

Morales Bello no era mezquino. Contrario a muchos políticos que dan patadas de ahogado cuando no resultan electos en internas de sus partidos para cargos de elección popular, David hacía exactamente lo contrario: aceptar la derrota y ponerse a la orden del candidato ganador.

Pero si de candidaturas presidenciales y sus orígenes hablamos, el 14 de enero de 1985, David Morales Bello abordó en un discurso en Maracaibo, estado Zulia, este tema.

Decía DMB que «la nominación presidencial en AD no puede ser producto de fabricación casera». Con esto se refería a las candidaturas de laboratorio, no orgánicas, no empujadas desde la base del Partido.

«Lo he repetido muchas veces y no me voy a cansar de decirlo: en AD estamos muy claros con respecto a que la denominación presidencial de 1988 no puede ser producto de una fabricación casera».

Venía Morales Bello de una derrota en las internas de AD contra Jaime Lusinchi en 1983:

«Una de las razones que más pesó en el ánimo y en el análisis interno del Partido, fue que en todas las encuestas y sondeos de opinión que se habìan realizado, el compañero Lusinchi me aventajaba en cuanto a la aceptación colectiva y en cuanto a sus reales posibilidades de constituirse en el abanderado del Partido en esas elecciones».

Y dando el ejemplo -como siempre- , añadió:

«Yo sin desistir de mi propósito, acepté que no podía pretender lanzarme candidato presidencial».

He ahí las palabras de un hombre plagado de sabiduría.