Morales Bello y las candidaturas presidenciales en Acción Democrática

A David Morales Bello nunca le llegó la oportunidad de ser candidato presidencial de su Partido. Pero esto no le impidió hacer una férrea campaña en defensa de todos los candidatos de la tolda blanca. Hubiera sido imposible, a la fecha de hoy, decir qué hubiera ocurrido si DMB consumaba su nominación interna.  

Pero ahí estuvo el legislador adeco. Casa por casa. Municipio a municipio. Entregando lo mejor para procurar la victoria de Luis Piñerúa Ordaz y luego, por segunda ocasión, llevó a CAP a la Presidencia siendo un magnífico jefe de campaña.

Morales Bello no era mezquino. Contrario a muchos políticos que dan patadas de ahogado cuando no resultan electos en internas de sus partidos para cargos de elección popular, David hacía exactamente lo contrario: aceptar la derrota y ponerse a la orden del candidato ganador.

Pero si de candidaturas presidenciales y sus orígenes hablamos, el 14 de enero de 1985, David Morales Bello abordó en un discurso en Maracaibo, estado Zulia, este tema.

Decía DMB que «la nominación presidencial en AD no puede ser producto de fabricación casera». Con esto se refería a las candidaturas de laboratorio, no orgánicas, no empujadas desde la base del Partido.

«Lo he repetido muchas veces y no me voy a cansar de decirlo: en AD estamos muy claros con respecto a que la denominación presidencial de 1988 no puede ser producto de una fabricación casera».

Venía Morales Bello de una derrota en las internas de AD contra Jaime Lusinchi en 1983:

«Una de las razones que más pesó en el ánimo y en el análisis interno del Partido, fue que en todas las encuestas y sondeos de opinión que se habìan realizado, el compañero Lusinchi me aventajaba en cuanto a la aceptación colectiva y en cuanto a sus reales posibilidades de constituirse en el abanderado del Partido en esas elecciones».

Y dando el ejemplo -como siempre- , añadió:

«Yo sin desistir de mi propósito, acepté que no podía pretender lanzarme candidato presidencial».

He ahí las palabras de un hombre plagado de sabiduría.