El furor por David Morales Bello es un fenómeno que no da señales de acabar

En un artículo anterior decíamos que Venezuela está en deuda con Morales Bello, y anticipamos que esa deuda será saldada porque el legislador adeco fue un hombre que supo inteligentemente trascender a su Partido. Discípulo de Betancourt, era disciplinado pero no sumiso. Entendía la disciplina como el arte de acatar la decisión de las mayorías y no como un ejercicio de obediencia y de silencio ante lo que se consideraba incorrecto, aunque aquello fuera decisión de mayorías.

Decimos que el fenómeno de Morales Bello, el furor por su su obra, por sus discursos y por los gratos recuerdos que dejó en sus compañeros de Partido, no da señales de acabar porque la propia gente, en las bases de Acciòn Democrática, pese a la coyuntura electoral, difunde por cuenta propia la obra de Morales Bello.

En el segundo acto en honor a DMB que se hizo en el interior del país -en San Felipe, estado Yaracuy- ocurrió un hecho singular. Tras los aplausos de la concurrencia y firma de dedicatorias de los libros de Morales Bello que se entregaron a veinte de los setenta asistentes, llamó la atención del equipo de prensa de este blog el nombre de Julián Colmenares Riera, secretario de organización del municipio Yaritagua de la tolda blanca.

De manera imprevista -ni siquiera el propio Colmenares lo tenía planificado-, dijo que se le había «trancado el pecho», y que no «podía hablar más», tras escuchar la ponencia que se hizo sobre Morales Bello.

Aferrado al libro que se le entregó -más aferrado que el resto- fue el primero en pedir que el orador del evento le firmara una dedicatoria en su libro. La dedicatoria fue esta:

«Distinguido Julián: Te encomendamos difundir este material a la juventud del Partido. Que nadie de tu municipio se quede sin conocer la obra de David  Morales Bello».

La reacción posterior de Julián Colmenares -de quien hablaremos en el tercer y último artículo sobre esta materia- condujo de manera natural al equipo de prensa de Morales Bello a grabarle su propio video.

Y es por ello, por cosas como las ocurridas con Julián Colmenares, que desde estas páginas afirmamos categóricamente que el fenómeno de Morales Bello no da señales de terminar. Y no terminará, pues nada puede detener el curso de la historia.